La Librería Bartleby abrió sus puertas el mismo mes en que muchos establecimientos de Ruzafa –uno de los barrios más cosmopolitas y child friendly de la ciudad de Valencia– las cerraron: en junio del 2013. Las excavadoras y vallas sitiaban su entrada y pocos eran los que se atrevían a pasar entre los andamios para ver qué se escondía detrás de un escaparate donde cómics, novelas y ensayos compartían espacio.
Hoy, para suerte de Luci Romero y David Brieva –sus dueños– y de los amantes de la literatura, las cosas han cambiado. El único recuerdo que queda de las obras estivales es una acera lo suficientemente grande como que transeúntes y lectores ávidos de nuevas propuestas convivan sin choques, “¿me permites pasar?” o “ya vengo otro día con más tranquilidad”. Ahora los curiosos no pasan de largo: se quedan en la puerta, atraídos por las frases que decoran sus vidrios y, sobre todo, por sus ejemplares de cuidado diseño.
También los hay que, después de un vistazo a través del cristal, se quedan con ganas de más y no se resisten a entrar. O los que acuden a este establecimiento alentados por las buenas críticas. Lo hacen solos o acompañados por parejas, amigos o hijos. Porque esta librería es familiar en el trato, pero también en la colección de libros y fanzines que incluye en su interior y que contiene desde el último trabajo de Chris Ware, Fabricar Historias, hasta lo más nuevo para niños de la editorial Blackie Books o Kokinos, Soy un artista y El pequeño rey de las flores, respectivamente.
Y todos y cada uno de ellos han sido elegidos a conciencia. Esto no nos lo han contado sus propietarios. Se ve nada más traspasar su puerta. ¿Cuántas librerías disponen de cuentos de la editorial Ekaré o de Barbara Fiore? ¿Y cuántas de Litera Libros, Media Vaca o Kalandraka? En Valencia, no muchas. Como tampoco son muchos los establecimientos que hayan introducido las presentaciones de libros, los recitales de poesía, los talleres infantiles o incluso las proyecciones de cortometrajes y las representaciones teatrales en su agenda semanal y, aún menos, los que permitan hojear una novela mientras se cata un vino o se degusta una cerveza.
Por eso, acercarse a la Librería Bartleby no tendría que ser algo que se hace si se viene a Valencia, sino un motivo para bajar a esta ciudad y, por supuesto, para hacerlo en compañía de los niños. No cuesta tanto: menos de una hora en tren y apenas 15 minutos caminando desde la Estación del Norte hasta la calle Cádiz 50 donde se encuentra. Y… dato importante: a unos metros de allí está Canguro Verde, perfecto para que los más pequeños almuercen o merienden después de la visita.