La princesa aburrida es una obra sobre una princesa que vive en palacio con los reyes, tiene todo lo que podría desear materialmente pero siempre está aburrida. Los reyes intentarán casarla, pero todo fracasará. Finalmente un misterioso personaje de otro cuento hará que cambien las cosas. Una obra dinámica y participativa donde el público sube al escenario y participa en el espectáculo. Metáfora donde se aprende que para divertirse no hay que tener más cosas y que para ser feliz una princesa no es necesario casarse, sino que hay muchas otras formas de vivir.
La segunda obra es La ciudad de los Duendes, una representación de una ciudad en el bosque donde viven los duendes, cada cual es diferente con una calidad especial: uno está enfadado siempre, el otro es el duende alegre. Está la duende lectora, la pintora, el trabajador, y la dormilona, todos aportan sus calidades a la comunidad. Después de jugar a un juego tendrán un problema que los hará trabajar en equipo y cambiar su visión de las cosas. Con esta historia el autor se platea una alegoría sobre que cada persona es diferente y nos tenemos que respetar y estimar independientemente de la forma de ser de cada uno y que las diferencias nos enriquecen.