El Jardí Botànic de la Universitat de València se asemeja a los gatos que habitan en él, que por instinto de supervivencia se ocultan entre árboles, plantas y flores de incalculable valor botánico y, en el momento menos esperado, te sorprenden con su sosiego, majestuosidad y belleza.
Y, en el caso de este espacio natural que comparte barrio con las Torres de Quart, el IVAM y el Centre Cultural de la Beneficència, ese momento llega cuando sorteas los monumentos históricos que lo rodean y traspasas su puerta de entrada. Entonces, accedes a un mundo paralelo donde el ajetreo, la contaminación y el bullicio de la ciudad son habitantes no gratos y donde los estudiantes de Bellas Artes, los aficionados a la fotografía y los niños tienen un lugar privilegiado.
Porque, después una historia de dejadez y abandono que se remonta al 1567 y que encuentra su esplendor en el año 2000, el Jardí Botànic ha descubierto en estos personajes a sus aliados: son ellos los que visitan a diario sus instalaciones y retratan con esmero cada una de las 4.500 especies diferentes que crecen en él, son ellos los que participan en actividades didácticas como el Misteri del Botànic y los que recorren las exposiciones temporales que organizan periódicamente y son ellos los que disfrutan con iniciativas tan atractivas como las que tendrán lugar este domingo 26 de febrero, Visitas Guiadas al Jardín y Concerts d’Hivern. Dos propuestas totalmente gratuitas, perfectas para pasar un buen rato en familia y para conocer de forma amena y divertida la flora mediterránea.
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