Ambientazo de festival grande y, al mismo tiempo, cómodo y en perfecta armonía. Formigues Festival logró en su cuarta edición, celebrada los pasados 14 y 15 de mayo, un difícil equilibrio entre diversión y relax, entre agitación y convivencia.Siguiendo la letra de la estupenda versión del “Just Can’t Get Enought” de Depeche Mode que se han sacado Las Auténticas de la manga para convertirse en himno del festival: “Vine a Benicàssim a Formigues Festival, bona musiqueta a la voreta de la mar (…), bona sintonia i un ambient fenomenal”. Cerca de 5.000 personas entre niñas, niños, padres, madres, abuelas, abuelos, tías, tíos… poblaron durante el fin de semana el recinto VillaCamp para disfrutar de conciertos, artes escénicas y todo tipo de talleres y actividades para vivir una experiencia muy singular.
“En la organización estamos muy satisfechos por la alegría que se vivió, por la variedad y calidad de los contenidos, porque respiramos un gran ambiente festivalero”, explica Ana Tárrega, una de las fundadoras e integrantes de la organización del Formigues Festival. Y no es para menos: si el año pasado fue la eclosión, en 2016 ha sido la consildación definitiva como festival de referencia de música para peques en la costa mediterránea, ya que el público procedente de toda la Comunitat Valenciana, de Catalunya y de otros puntos del país es cada vez más significativo. Es ya la cita musical de primavera para disfrutar en familia en Benicàssim.
Sin embargo, todo empezó con un susto monumental. Cuando el sábado por la mañana el público accedía al recinto, el equipo de la organización (Ana Rico, Ana Tárrega, Paloma García, Isidro Tárrega…) no podía esconder sus caras largas ni sus ojeras, a pesar de que todo estaba aparentemente en su sitio. ¿La razón? Las fuertes rachas de viento que soplaron de madrugada. “A las 5:00 de la mañana nos tuvimos que levantar de la cama y venir corriendo al recinto a recoger todas las carpas y talleres porque el viento se lo había llevado todo por delante. Finalmente, pudimos recomponerlo más o menos y, al final, el recinto quedó muy bien; pero es una pena porque de no ser por el viento hubiera quedado espectacular”, relataba Paloma García de Idear Ideas, una de las empresas impulsoras del evento. “A pesar de las adversidades que tuvimos, Formigues salió adelante con una fuerza espectacular, muy motivadora”, añadía Ana Tárrega.
Y la prueba es que cuando empezaron a desfilar los artistas por el escenario principal la pesadilla de la madrugada se fue diluyendo. De conciertazo en conciertazo. Especialmente brillantes fueron los del sábado, de Billy Boom Band, con una actitud, una energía y un carrusel de estribillos adherentes que hizo las delicias del público de todas las edades; Lali Rondalla, experta en saber llevar a los peques por su dulce viaje a través de estilos musicales; y hasta el estallido de Las Auténticas con sus versiones, su himno y su facilidad para meterse al público en el bolsillo, cada vez con más soltura sobre el escenario y mejor destreza técnica.
Mención aparte merece Ramiroquai, Ramiro McTersse del programa Bandera Negra de Radio 3, quien ejerció de flautista de Hamelín para llevar por donde quiso a niños y niñas (también algunos mayores) con su divertidísimo taller de percusión corporal y beatbox. Desbordante de empatía, conectó a la perfección con el público de principio a fin y también escoltó con acierto a Ángel Gil Cheza en su lectura del Manifiesto Punk, tan bien hilvanado, al que Espai Menut contribuyó con una acción las semanas previas en redes sociales. También los combos de las escuelas de música, cuyos alumnos sorprenden cada vez más al público con su aptitud y desenvoltura. Este año estuvieron Scordae, Mondo Rítmic, Dotze Notes y el Centre Municipal de les Arts de Borriana.
Pero también ocurrieron muchas cosas lejos del escenario y ese es, precisamente, uno de los principales sellos diferenciales del Formigues Festival: el buen acondicionamiento de todo el recinto para poder disfrutar de diferentes actividades con ambientes más o menos relajados. Así, clásicos como la zona de arena y el muro de percusión, concurridos durante todo el festival, pero también los juegos de madera (¡qué guapo el Quién es Quién gigante!), el mural con la pintora Ana Sansano, la zona de pic-nic, el taller de radio con VOX UJI Ràdio, el circuito Formigues con Michavila… Imposible disfrutar al 100% de todo. Lo que sí que disfrutaron, en algunos casos incluso más los grandes que los pequeños, fueron los conciertos de Los Cromaos -conciertazo, como de costumbre-, Colectivo Yep!!! y la batucada final del festival Rototom Sunsplash.
En la cuarta edición del Formigues hubo tanto público y predisposición a la participación que funcionó hasta su apuesta más arriesgada, el Foro Formigues, y otras que en principio parecerían destinadas a pasar desapercibidas en medio de tanto ajetreo musical y de todo tipo, como la Formi Biblio. Hubo tiempo, incluso, de conocer por dentro una de las tiendas de campaña de los campamentos de refugiados sirios que presta ACNUR, cuyos voluntarios también explicaban a los asistentes cómo viven las niñas y niños sirios en Zaatari, el campamento de Jordania que lleva tres años convertido en hogar para más de 100.000 personas.
Por poner solo dos pegas constructivas: quizás un pelín sobrecargado el cartel musical del sábado en detrimento del domingo, concentrándose los principales cabezas de cartel en la primera jornada; y que los murales sean retirados cuando estén acabados y no se conviertan en un akelarre de pintura, de esa manera podrían ser incluso reutilizados para enriquecer la decoración del festival en próximas ediciones, por ejemplo, tapando las insípidas vallas con lona verde del perímetro.
_foto de portada de Pau Bellido (hoyoyo.es).