¿A cuántos niños le gustan las croquetas? Y ¿a cuántos las verduras? Pues, con las respuestas afirmativas de uno y las negativas de otro, nos hemos atrevido con este experimento: Croquetas de Berenjena. Un segundo plato perfecto para aquellos niños que odian las hortalizas e ideal para aquellos que, aun gustándoles las verduras, prefieren unas croquetas de pollo o pescado antes que unas berenjenas rellenas, empanadas o asadas. Pero tranquilos: aunque la preparación de esta receta requiere de tiempo, no es nada difícil de elaborar. Y lo mejor: si hacemos más de la cuenta, se pueden congelar.
Ingredientes:
300 gramos berenjena (una berenjena mediana).
100 gramos de cebolla (una cebolla pequeña).
100 gramos de zanahoria (una zanahoria mediana).
1 cucharada sopera de perejil fresco o, en su defecto, seco.
20 gramos de mantequilla.
80 gramos de harina.
500 mililitros de leche.
2 huevos grandes.
Pan rallado y harina para rebozar.
Aceite de oliva, nuez moscada, sal y pimienta.
La elaboración de las Croquetas de Berenjena es tan sencilla que se puede resumir en poco más de ocho pasos. Primero, pelaremos la zanahoria y la cebolla y picaremos estos ingredientes en dados pequeñitos, de un tamaño no superior a los 5 milímetros.
Después, extraeremos la piel de la berenjena, laminaremos la pulpa y la dejaremos sudar unos 10 minutos con un poco de sal con el objetivo de que pierda agua y suavice su sabor. Pasado este tiempo, eliminaremos la sal con ayuda de un papel y la cortaremos en dados pequeños, de similar grosor al de las otras hortalizas.
Finalizada esta labor, procederemos a la cocción de las verduras: verteremos aceite de oliva en una sartén y, cuando esté bien caliente, añadiremos la cebolla. Una vez pochada, agregaremos la zanahoria, sofreiremos unos minutos e incorporaremos la berenjena. Coceremos a fuego lento todos los ingredientes y, cuando estén en su punto, espolvorearemos el perejil, retiraremos del hornillo y reservaremos.
En un cazo mediano, fundiremos la mantequilla y, una vez derretida, añadiremos la harina. Mezclaremos ambos ingredientes bien, dejaremos cocer a fuego muy bajo de 6 a 8 minutos y removeremos de vez en cuando para evitar que la harina se queme. Pasado este tiempo, verteremos poco a poco la leche fría –es importante que la temperatura de la leche y del roux sea diferente para que no se formen grumos– y coceremos a fuego lento, sin parar de mover la mezcla y ayudándonos de una varilla.
Cuando la bechamel empiece a espesar, agregaremos las verduras y seguiremos removiendo la mezcla hasta que la masa esté suficientemente compacta como para que no se desprenda de la cuchara al voltearla. Salpimentaremos y especiaremos al gusto y verteremos la masa de las croquetas en un bol. Filmaremos por contacto y dejaremos enfriar para manipularla mejor.
Cuando la masa esté a temperatura ambiente, moldearemos las croquetas con las manos, las enharinaremos, las pasaremos por huevo y por pan rallado y las freiremos en una sartén de base ancha y con aceite bien caliente. Una vez fritas, las dispondremos en un plato con papel absorbente para eliminar el exceso de grasa y emplataremos acompañadas de verduras salteadas, ensalada o, como en este caso, de arroz con champiñones.
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