En cocina, como en cualquier otra disciplina, los términos sencillez y simpleza no siempre son sinónimos, más bien al contrario. Hay recetas que precisan de poca elaboración y de menos ingredientes y que tienen como resultado un plato digno del mejor chef. Este es el caso de la Crema de Zanahoria y Leche de Coco, un preparado que tan sólo con la pulpa de esta fruta tropical y de un poco de jengibre se desmarca de las cremas de verduras tradicionales y es capaz de conquistar a niños y adultos por su sabor exótico y delicado.
Eso sí: para que el resultado sea el idóneo y los comensales más pequeños disfruten de este primer plato como sus padres, no deberemos abusar de los productos estrella. Si se tiene en cuenta este consejo, seguro repetirán.
Ingredientes:
650 gramos de zanahoria (más o menos, seis piezas grandes de esta hortaliza).
40 gramos de mantequilla.
1 nuez de jengibre fresco (el equivalente a media cucharadita de este rizoma).
100 mililitros de leche de coco (una tacita de esta bebida).
Sal y pimienta.
Ni mucho tiempo ni mucho dinero ni mucha complicación. Lo único que nos exigirá este plato es que busquemos un colmado latino, un comercio chino o un supermercado multimarca donde comprar el jengibre fresco y la leche de coco. El resto es pan comido.
Únicamente deberemos pelar las zanahorias y el jengibre y cortarlos en porciones del mismo grosor para que la cocción de los ingredientes sea idéntica.
Una vez finalizada esta tarea, fundiremos la mantequilla en un cazo de base amplia y agregaremos la zanahoria primero y el jengibre, después. Sofreiremos unos 10 minutos, hasta que la hortaliza intensifique levemente su color y el jengibre desprenda su característico aroma. Añadiremos agua caliente hasta que el líquido cubra los ingredientes dispuestos en el cazo y dejaremos cocer tapado y a fuego lento unos 20 minutos, hasta que la zanahoria este completamente hecha.
Ya en su punto, agregaremos la leche de coco, trituraremos las hortalizas con ayuda de un robot de cocina, salpimentaremos y emplataremos. En caso de no consumirse toda la crema, no hay de qué preocuparse: se puede conservar perfectamente en el congelador.